
Despues de tres décadas de desarrollo autonómico deberíamos preguntarnos si todo lo que hemos hecho está bien, si tiene sentido, si nadie va a rectificar nada nunca... Un país es como una gran compañía en la que se toman decisiones estratégicas, tácticas y, al igual que en las empresas, se cometen errores de organización y de estructura que alguien tendría que subsanar alguna vez, simplemente porque rectificar es de sabios.
Tengamos en cuenta algunas ideas básicas para competir en el mundo empresarial:
El
tamaño importa, y la
unión hace la fuerza.
La
comunicación es fundamental, preferentemente en el mismo idioma.
No todo el mundo puede tomar
decisiones, y muchas veces el consenso no es lo ideal.
Es malo hacer
diferencias económicas entre la misma categoría profesional.
Es bueno premiar a los
eficientes y no conviene admitir ni tolerar conductas derrotistas, ni en contra de los
intereses colectivos.
Los
delegados territoriales no pueden marcar los objetivos y estrategias, debe ser la
dirección de la empresa, ellos están para ejecutarlas.
Las compras se gestionan en bloque lo que
ahorra costes.
Los servicios funcionales si se hacen desde la central generan ahorros y mayor
eficiencia.
Podríamos poner muchas más, pero todas ellas me hacen pensar si el estado de las autonomías va absolutamente en contra de lo que es la buena gestión empresarial y por eso nos encontramos donde estamos:
Cada uno remando por su cuenta.
Desunidos.Aprobando estatutos que se vulneran unos a otros y que sólo buscan el beneficio particular.
Enfrentando a los ciudadanos por temas como el agua, la territorialidad, los anacronismos más rancios.
Hablando
diferentes lenguas y, lo que es peor, enseñando a nuestros hijos a no hablar español.
Pagando de forma diferente a los servidores públicos que hacen lo mismo (p. ej. policías, mossos, guardias civiles, etc).
Desmotivando y cabreando.
Manteniendo a determinadas bolsas sociales con
subsidios y cediendo con minorías nacionalistas antiespañolas
temas de Estado y, sobre todo,
financiación.
Dejando que cada Rey de Taifas autonómico haga la guerra por su cuenta para potenciar, sobre todo, su
continuidad en el cargo.
Generando
máquinas de gastar y de emplear a funcionarios, con grandes estructuras que, de ser coordinadas desde una dirección nacional, podrían reducirse al menos en un 60% y ser mucho más eficientes.
¿Podemos cambiar esto?, creo que sí pero no esperemos que los "padres de la patria", sobre todo los
políticos jóvenes de partido lo hagan, ellos han nacido y crecido en ese ambiente, dentro de ese sistema. La alternativa les da vértigo, y más a sus mayores quienes desarrollaron la "red", nunca van a dar un paso en esa dirección. Y al final la cuerda se romperá, ya se rompió hace tiempo, y la historia se repite, porque es tozuda y siempre vuelve. Nunca aprendemos.
Cohone.