Cuando un fabricante agobiado por la falta de ventas recurre a hacer marcas blancas y tirar sus precios para las cadenas de supermercados se puede decir que acaba de firmar su acta de defunción a medio largo plazo, a no ser que se plantee la medida como algo temporal mientras INNOVA y desarrolla nuevas líneas de marcas y productos que le garanticen que no será cautivo de los depredadores de la distribución.
El consumidor no es tonto y como ahora la cosa está fea tiene que mirar para otro lado y autoconvencerse de que la marca blanca no está tan mal. Esto ha propiciado que algunas cadenas de supermercados se estén aprovechando de la crisis para pasarle facturas antiguas a proveedores de toda la vida. Pero deben recordar que todo lo que sube baja y que no se puede escupir para arriba porque más temprano que tarde te cae.
Los fabricantes tendrán que reaccionar si no quieren perder el paso, invertir en la imagen de sus marcas, sus valores y en la calidad de sus productos, porque de lo contrario corren el riesgo de desaparecer. Pero ojo con las cadenas de supermercados, pueden ser víctimas de su propia estrategia y de sus propios clientes en el momento en que esto escampe y recuerden aquellos "peligrosos años" en los que tuvimos que conformarnos...
Como decía Cela, en este país quien resiste vence, en ello estamos.
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