sábado, 18 de octubre de 2008

Memoria Histérica


¿Puede una sola persona poner en jaque a una generación?. El acuerdo de la transición de 1977 tenía un trasfondo balsámico-social, había que olvidar y perdonar el odio de la guerra civil y de la dictadura además de los desmanes de los gobiernos de la República y las guerras civiles anteriores que asolaron nuestro país. Era un pacto en el que un régimen victorioso pero prácticamente acorralado aceptaba que sus enemigos eran sus hermanos y los represaliados durante tantos años admitían sentarse con sus represores y mirar hacia adelante sin ira. Ahora un juez quiere pasar a la historia amparándose en una ley sobre los delitos de genocidio y crímenes contra la humanidad, que no prescriben nunca. Esta ley fue aceptada y firmada por el régimen franquista que jamás pensó que le llegaría el turno. Pero técnicamente la táctica puede embarrancar pues juzgar a un muerto es técnicamente imposible en nuestro sistema judicial, así lo reconoce el propio magistrado cuando declara que la apertura del procedimiento es “una forma de rehabilitación institucional, ante el silencio desplegado hasta la fecha, que no sólo ha otorgado de facto la extinción de la responsabilidad penal sino la impunidad”.

Los ciudadanos partidarios de que se busque a las víctimas y se las entierre como merecen después de una muerte tan brutal asistimos atónitos a esta pantomima. ¿Qui prodest? todos lo sabemos: a un juez megalómano necesitado de un Nóbel y a un gobierno que busca polémicas vacuas y fuegos de artificio para evitar mostrar su incapacidad, Zapatero dixit en Cuatro: "necesitamos tensión".

Yo creo que lo que los ciudadanos necesitamos es que los juzgados se dediquen a los vivos y no a los fantasmas del pasado. ¿Cual es el siguiente paso? ¿juzgar a Napoleón y a los 100.000 hijos de San Luis?

No hay comentarios: